domingo, 10 de junio de 2007

Esperanza


La esperanza es una palabra muy grande. Encierra mucho, y a veces, parece que dice poco. Se nos escapa de la boca en múltiples ocasiones pero no sabemos utilizarla en muchas de ellas. Yo a veces la pierdo, y creo que no voy a encontrarla nunca jamás, y luego, de repente, aparece en un rincón de mi alma y las aguas vuelven a su cauce.

Te digo esto, querida peque, porque en estos últimos días, ha habido muchos momentos en que creo que la esperanza se me ha perdido, o se ha escondido y no me dejaba encontrarla. Y yo la necesito mientras te espero.

Siempre la he necesitado. He necesitado esperanza para creer que este mundo puede ser mejor si nos lo proponemos entre todos, he necesitado esperanza cuando un amigo ha sufrido, para darle la mía y que encontrara consuelo, he necesitado esperanza para todos los bachecillos que la vida ha puesto en nuestro camino, para pasar por encima de ellos y seguir adelante con una sonrisa en la cara, pero sobre todo, he necesitado esperanza desde que aquel octubre de 2005 tomamos la decisión de buscarte cariño, de sacarte de nuestros sueños para hacerte una realidad, y desde entonces y más que nunca, esa esperanza ha sido la bandera de nuestro barco.

Pero hay días princesa, o príncipe, no se que serás, que mi esperanza juega conmigo al escondite. Y esos días son los más tristes, y a mí no me gustan. Prefiero la risa al llanto, prefiero el apretón de brazos, el abrazo directo, al saludo desde lejos, prefiero no ser políticamente correcta y sí felizmente incorrecta, prefiero un rayo de sol en mi ventana que una ventana con las cortinas cerradas, prefiero la esperanza, la ilusión, a la desesperación y la tristeza.

Pero no pueda controlarla siempre. Es libre como la palabra, como los sueños, como la vida. Y a veces es tan libre, que vuela sola sin mi consentimiento, y entonces, me quedo desamparada y con miedo, aunque yo se que esos días son los menos, y que siempre vuelve a mi lado.

Pero me he propuesto que se quede conmigo a diario. Aunque tenga que encadenarla a mi corazón. No voy a vivir ni un día más sin ella, no voy a consentir que me tiemble el alma de miedo ni de angustia, no lo voy a consentir ni un día más.

La vida es un regalo en sí. Un don, un préstamo a largo plazo que no podemos desperdiciar ni un segundo, y no pienso hipotecar mi vida a la tristeza, porque se que un día, lejano aún, pero menos que cuando empezamos, tú estarás a mi lado, y yo seré la primera que querré enseñarte que el pilar de la vida, lo que nos sostiene y nos hace seguir adelante, es la esperanza.

Y casualmente, aunque se esconde como te he dicho, hoy le he visto la cara, nos hemos mirado de frente, y he comprendido que no puedo vivir sin ella, que no voy a vivir sin ella, porque mi esperanza, ERES TÚ.

Así que, aquí estaré, aquí estaremos, esperando, con alegría, con amor, CON ESPERANZA, hasta que estés entre nuestros brazos.

Te queremos, hasta el infinito y más allá...

Mamá y papá