El azahar ya ha florecido...

Querida peke del alma:

Anoche salí a la terraza. Y de repende me di cuenta, que la Primavera está inundando la ciudad.

Me llegó ese olor tan peculiar, tan nuestro, tan típico por estas fechas, del azahar en flor. Miré el naranjo que tenemos en la terraza, y me di cuenta de que estaba "cuajadito" de azahar. También vi que los geranios están preciosos...

Para mí, que las flores se abran en todo su esplendor es el mejor de los augurios. Tras un largo, frío y lluvioso invierno, la naturaleza gana la batalla y se reinventa a sí misma, llenando todo con su aroma, con sus colores, con su belleza. Tan pequeñitas, tan insignificantes, las flores más sencillas son las que más me llenan... el azahar...la mimosa... (tengo la casa llena de mimosa que la abulita Rafi me trae del campo, que sabe que es mi flor favorita).

Me levanto, y la casa está inundada de ese aroma, me asomo a la terraza y el azahar embriago mis sentidos. Miro al cielo y veo un azul radiante, un manto infinito lleno de luz, un sol cálido que me acaricia, y una brisa suave, que me susurra una vez más, lo bonita que es la vida.

Después de haber leido todas las felicitaciones que me habéis hecho los que camináis a mi lado por estos mundos de los blogs, no puedo por menos que daros las gracias. Y como no puedo regalaros otra cosa, os regalo esta primavera, este olor a azahar y las flores de mi terraza que tenéis ahí arriba.

Es verdad que las cosas no son como uno quiere, o si, sólo que no nos damos cuenta y al final terminamos en el mismo sitio al que queríamos ir, pero por otro camino distinto...

Es verdad que yo quería ser madre joven, que adoro a los niños, que dediqué mi profesión a ellos porque es el mundo que me apasiona, y es verdad, que llevo 7 largos años soñando con acurrucar entre mis brazos un sueño, pero también es verdad, que ese sueño, que para mí se llama Lucía, vive en las estrellas y terminará por hacerse realidad.

Es verdad que a veces me paro a pensar si podré darle a mi niña todo lo que necesita, si cuando llegue a mí no estaré cansada físicamente, si no tendré la energía que ella necesite... y esa era mi pregunta al aire...

Se que probablemente tenga 39 años cuando Lucía llegue a mi vida...y lo único que quiero es darle todo lo que de bueno haya en mí, y verla crecer, y reir, y jugar, y ser feliz... que al fin y al cabo es lo que más me importa...

Así que gracias a todos, por recordarme que tenemos un corazón tan fuerte y que late tan vital, que no importa los años que cumpla, sino la esperanza, el empeño y la voluntad que ponga en lo que haga.

Gracias a todos, con todo mi corazón.

Peque, mamá sigue esperando en esta primavera que yo hoy quisiera regalar a todos los que conmigo, te esperan.