miércoles, 14 de noviembre de 2007

Un año de esperanza y una vida más llena contigo...



Querida peke del alma, mi princesa:

Hoy hace exactamente 12 meses, 365 días, que alguien cogió nuestro expediente, nos miró tal vez por primera vez, le puso quiero pensar que con cariño unas tapas de color, y nos guardó con una fecha en una estantería, como el que te manda a dormir en el silencio, hasta que un día, quizás otra persona, nos saque de ese letargo y vuelva a ver nuestras caras para unirlas por siempre a la tuya.

Lo que te cuento es algo mecánico. Cualquier persona que trabaje en una oficina lo verá como algo rutinario. Un trabajo más, un quehacer que se lleva a cabo con la monotonía de lo diario. Para tu padre y para mí, ES LA VIDA.

Ya te soñábamos antes de ese 14 de noviembre, pero desde ese día, te sentíamos más cerca. Las cosas cambiaron mucho, a pasos de gigantes conforme los meses transcurrían. Lo que debía ser ahora mismo la víspera de nuestro viaje, es aún un ecuador imaginario que ni siquiera sabemos si será tal ecuador, o un trópico, del que aún estamos muy alejados de tí.

Pero hoy, aunque un pellizquito de mi corazón esté triste, no voy a contarte pena alguna. Porque en estos meses, lo que si tenemos claro, es que si te queríamos, ahora te adoramos. Y que poquito a poco, así casi sin darnos cuenta, has ido llenando nuestras vidas y nuestros espacios.

Al principio no queríamos comprar nada. Le pedimos a la familia que tampoco lo hiciera. Luego, para animarnos, nos propusimos comprar el 14 de cada mes algo que simbolizase esa unión contigo. Y la familia ya se sabe, no te hacen ni caso (bueno, un poco sí). Y eso es lo que yo te quiero contar hoy, el amor que se siente en casa, en nuestra casa, en tu casa, mientras te esperamos.



Tu habitación es aún un proyecto, digamos que es un inmenso espacio azul añil como el cielo con algunas cosas. Una librería donde guardamos todos los cuentos que te leeremos, un banquito en el que nos sentaremos a leerlos...

También tenemos un "medidor" como no, con mariquitas que aún debemos colgar. Unas baldas llenas de peluches, con cariño especial hacia un panda blandito blandito. Un armario donde poco a poco vamos llenando sus huecos con tus cosas, con tus perchas..

Una mesita con un marco vacío, el primero que me regalaron, Mª José, mi amiga del alma, la que tanto te quiere, y donde un día pondremos tu fotografía. Un caballito aún embalado y por montar, en el que un día cabalgarás en el viento de unas nubes de chocolate y galletas, mientras el suelo, ahora inmaculado, se va llenando de miguitas como una pulgarcita hambrienta.

De las 500 baberolas que tu tía Mª Luisa te ha bordado, esta es mi favorita, dice "papá", y está llena de corazones, y a mí se me llena el alma de amor, sólo con soñar esa imágen en la que tú la lleves puesta y tu padre te mire embobado mientras te llenas de fruta en la merienda.

Tenemos también para tí, una manopla para la bañera en forma de mariquita (¡como no!) y un cangrejito que será la esponja que flote en tus mares de olas en el baño, mientras yo observo como tus manitas llevan un barco imaginario por el borde de la bañera.

Luego me enamoré de una vajilla con niñas chinas, y me traje todo lo que encontré: el mantelito, el cuenco, el plato, la taza y la cucharita, sigo buscando el tenedor, pero también me enamoré de un conjunto de cubiertos que se unen entre sí, como papá tú y yo lo estaremos algún día.

Ocupa un lugar muy especial en la librería de tu habitación, una carta, la escribió Mª José, ton todo el amor del que es capaz una madre que ya tiene a sus hijos, pero que te espera y te sueña como nosotros. En la carta dice "para alguien muy especial", y es sencilla, como ella, sin pretensiones, sin dibujos, sólo de su puño y letra, y usando como tintero su corazón. Junto a esa carta está el ábum de los deseos, donde guardo todos aquellos que hemos ido intercambiando y que son una inyección de amor, de esperanza y de cariño, sólo hay que pasar sus hojas para respirar cuanto te deseamos, cuanto os deseamos todos los que esperamos, y cuanto amor tenemos guardado para daros...

Luego están mis "niñas". Mi Lucía de trapito y mi Cristina de imaginarium. Ambas de China, como tú, esperando que las abraces y las estrujes, como yo hago de vez en cuando. Mi Lucía de trapito tiene una cosita buena, cuando le quito el chupete, no llora, se ríe, y eso, me hace más cercana aún a tí, porque se que allí donde estés pequeña mía, sonreirás desde el cielo como lo hago yo cuando pienso en tí.

Tu tita Mª Luisa que es la "manitas de la casa" y que tanto te quiere, se dedicó a hacerme cuadritos de punto de cruz para tu habitación. Dos son muy especialas para mí. Uno, es una composición de bebés del mundo, en el que destaca la peke china que ella tuvo que inventar porque así no venía, vestida de rojo y con su molinillo de viento en la mano, como el viento que te sopla mis besos y el que me traerá la noticia un día de tu llegada, en el avión que traerá tu carita y el mismo viento que soplará cuando volemos por tí. El otro cuadrito es un armario con toooooooodos los vestidos "que le colgarás, que no le faltará detalle", como dice tu tía. Me encantan, pronto estarán colgados.

Y anoche, mientras preparaba estas fotografías que hoy acompañarían esta charla que la pesada de mamá te da, miré por la ventana. Tenemos la suerte de divisar el horizonte, las noches estrelladas y los amaneceres blancos, los rojos atardeceres y de perder la vista en el infinito. Desde nuestra terraza, con la luz del salón encendida, mirando a través del cristal, yo te vi pasar princesa. Como si estuvieses aquí. Te ví corretear entre los naranjos de la esquina, querer trepar a la mesa, te vi corriendo por la casa, riendo sin parar, con tus pasitos torpes al principio, pero fuertes como tú, como el futuro.

Te ví dormida en tu cuna, o en tu cama, esa que aún no tenemos, esa que velará tus sueños y de la que yo tendré celos porque mientras duermes te rodea. Te ví en la cocina, mientras comes envuelta de fideos y huyes de la tortilla y yo te invento mil cuentos, mil historias con tal que abras la boca...

Te ví en la bañera, flotando mis sueño entre espumas y patitos de goma, entre toallas calentitas en invierno y abrazos de albornoz. Te vie en todos y cada uno de los rincones de nuestra casa, se lo dije a papá, y nos dimos cuenta que estamos perdidos, perdidos sin tí, y que ya no hay remedio, que llenas todos y cada uno de nuestros espacios, tanto los de nuestro corazón, como los de nuestra vida. Ya no hay día que no te soñemos, ya no hay planes de futuro sin que los ocupes tú, ya no hay conversación que no termine o comience contigo...

Ya no hay vida sin tí. Nos dicen que es demasiado fuerte lo que sentimos, nos dicen que no se puede querer así sin conocer a nadie, nos dicen que no podemos hacer girar nuestras vidas en torno a tí, pero es que ya estamos condenados, condenados de amor, de un amor tan enorme, tan grande, tan maravilloso, que no me importa ser esclava de mi propio corazón, porque para mí, no hay mejor castigo, que la cadena perpetua que nos unirá.

Mi vida. Tenemos mucho por vivir. Mucho por soñar. Todo tiene que llegar. No se cuando ni como, pero te prometo ser fuerte y seguir adelante. La pena no me vencerá. Eres nuestra esperanza y eso algo tan grande y tan bueno, que se llevará mis nubes grises en los días lluviosos de lágrimas. Prefiero tener presente el sol, ese que brilla por mis ojos cada vez que hablo de tí.

Hoy solamente somos capaces de decirte, lo mucho, mucho que te queremos. Espéranos, que estamos en camino. Ya vamos más cerca. Te adoramos, amor.

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